jueves, 9 de diciembre de 2010

Capítulo 2 de 3

Había cosas que siempre me habían costado en la vida. Admitir cuando estoy errado o cosas así... pero matar nunca había sido una de esas.
Lo sé ¿Es un poco tétrico no? La verdad es que simplemente no me llega tanto. La verdad es que me produce mucho placer. Es tan delgada la linea entre la vida y la muerte, y no la aprecias verdaderamente hasta que no has obligado a alguien a cruzarla. Hasta que no te han penetrado los ojos de tu victima en búsqueda de algo de piedad. Si, the finer things in life...
De todas formas, la sociedad hoy en día no es digamos... la fanática numero uno de los sádicos sedientos de sangre, por eso tengo que mantener el perfil bajo.
Si mato mucha gente seguida, soy un asesino a serie. Odio esa clasificación. Siempre buscando un motivo, siempre buscando un patrón, algo que impulse a este loco suelto a matar gente.
¿Qué no puedo ser una persona normal con un pasatiempo incomprendido?
Entonces tengo que cambiar de locación constantemente, y hacerlo siempre con cautela.
Viajo solo preferiblemente, no strings attached, es mas cómodo.

Y ¿Qué mas puedo contarte de mi? Aaah si, mis presas favoritas.
La verdad es, que yo no los busque, ellos me buscaron. Fueron aproximadamente tres semanas en las que cada vez que cambiara mi escondite los encontraba. Cada pueblo estaban ahí, no importa que tan al azar lo hubiera elegido o que tan pequeño fuera el pueblo.
Entonces decidí que se lo estaban buscando.
Pero no quiero lastimarlos, no por ahora.
Por lo menos no a ella. Ah, porque no te conté. Son dos, un hermano y una hermana. La pequeña... la pequeña me resulta fascinante ¿Te dije que mas de una vez hasta hablé con ella?
Su hermano mayor no tiene ni idea, pero la pequeña Celeste me encontró en plena andanza una noche.
Nos miramos serios por un segundo, y en seguida, no se porque su mirada se ablandó ante mis ojos.
Los ojos llenos de lagrimas, el cerquillo pegado a la frente a causa del sudor, me miró con lo que supongo yo era miedo.
-¿Porq... - Trató de pronunciar, pero no pude hacer mas que interrumpirla.
-No voy a hacerte daño, no te asustes ¿Cual es tu nombre?-
Me observó horrorizada y en lo que yo creo era un estado de shock. Las lagrimas brotaron nuevamente de forma abrupta, pero me quede callado, bañado en sangre observándola.
Al final se recuperó.
-Celeste-
-Bueno Celeste, no tenes nada de que preocuparte, a ti pequeña no te voy a hacer nada-
Celeste asintió. Me di medía vuelta, para caminar hacia un lago que sabía que había cerca de ahí y cambiar mi ropa. Celeste me siguió en silencio.
Cuando me había cambiado me senté en el suelo y ella se sentó conmigo.
-No te voy a delatar, no te preocupes- Me dijo con sus ojitos llenos de nervios.
Tanto que me puso a mi nervioso, y comencé a sudar.
-Esta bien- Asentí
-Deberías irte- Me dijo. Y yo sabía que ella tenía razón.
Corrí sin saber a donde iba, dejando atrás a la pequeña celeste. Mis manos sudando aún por los nervios.
Y así cada tanto me la encuentro, por lo general antes de matar o después de. Ella me acompaña, me regala ropa, se fija que este bien y luego se va.
No, la pequeña Celeste no tiene de que preocuparse.


Continuará...

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Black Moustache