De joven era rebelde. Era vivaz, no le gustaba hacer lo que le decían. Tenía un temperameeeento que, agarrate si se enojaba contigo. Sin embargo sabía respetar a la autoridad. Bueno, y cuando la autoridad no prestaba atención se largaba en la suya. Era aventurera, le gustaba salir a explorar y volver a casa muy tarde. Soñadora, siempre le fascinaron las motos. Los padres querían mantenerla atada, pero su corazón era libre. Salir a correr la hacía sentir viva, igual al rededor de la casa. En sus veranos en punta del este tuvo un gran amor. A él le dio todo, se entregó totalmente, era suya. Juntos tuvieron hijos, eran todos igualitos a él pero con el espíritu rebelde que ella contenía. Le dio todo el amor del mundo a su hija, hasta que pasó lo peor, y tuvo que seguir adelante sola. Pasó el tiempo y su amor se fue lavando, pero siempre los va a recordar con cariño. Igual tiene su familia, aún en día que la ama y la respeta. Hoy luce su cabello gris con elegancia. Descansa en el sillón, disfrutando de la compañía de la gente que ama. Sigue siendo vivaz, pero de otra forma. Sigue teniendo ese temperamento fuerte, esa forma de ser rebelde. Pero ahora es madura, ahora ha vivido y entiende. Sabe disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, y hoy en día, Fara es feliz, como lo fue toda su vida.
Inspirada por ti
que lindo :) igual me quedé si entender qué fue "lo peor" que pasó :s
ResponderEliminarbeijo, me voy a seguir con mat -.-
awww que lindo ^^
ResponderEliminarAaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa me encanto! me desperto muchisima ternura, genial el final. Me encanto :)
ResponderEliminarY ademas es un retrato muy realista jaja
Hola, ¿Qué tal? Muy lindo tu blog y me encantó este cuento. La verdad hermoso.
ResponderEliminarAntes de despedirme, te invito a que pases por mi blog que es www.martutehabladetodo.blogspot.com y agrego tu blog como uno de mis favoritos, te mando un beso grande.