La hoja me hace terapia. Mi cerebro se desconecta y mis dedos se mueven
solos. Las cosas que salen de adentro mío lo hacen sin mi permiso. A veces no
me gustan y las vuelvo a meter. Y a veces son suficientes para tranquilizarme.
O tendrían que ser suficiente para tranquilizarme.
Cuantas personas viven ahí adentro? Se están peleando para ver cual se queda
con el control, y en el caos de las discusiones que deben estar teniendo me
llegan ápices de los pensamientos de cada una y me confunden.
Seguro que hay una híper neurótica y paranoica, que habla habla habla y no
sabe cómo parar.
Creo que por algún lado hay alguien híper racional que analiza las cosas y
está segura de los resultados, pero pobre se ve que ninguna de las otras le da
bola.
Hay otra insegura de sí misma, que duda de todo lo que hace y de todo lo que
le dicen.
No sé cuantas más hay, pero seguro no hay ninguna tranquila que se relaje. O
capaz está ahí y esta tan relajada que la verdad es que ni la siento.
Despertarte de esa siesta que te estas tomando y pone orden de una vez me
haces el favor? Así puedo empezar a escucharte a ti y no tengo que sentarme a
escribir como una pascuasa para que las cosas se aclaren.
Hay algo que está claro, son todas escritoras. Porque la calma de la hoja
siempre inunda mi cuerpo. Y con un teclado o un lápiz no hay nadie que me
detenga.
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